Trabajó
intensamente solo para cobrar su primer sueldito de morondanga y correr a hacer
realidad su pobrecito sueño de pobre:
comprar lo que tanto deseaba:
Un delicado y pequeño frasquito de aquel perfume que la transportaba: Amarige, de Givenchy.
Un delicado y pequeño frasquito de aquel perfume que la transportaba: Amarige, de Givenchy.
Sabía que él adoraba esa fragancia y en su
fuero más íntimo, soñaba con despertar su interés.
Pintó sus labios, arregló con esmero sus
cabellos, unas gotitas detrás de sus orejas y
salió, emocionada y ansiosa a forzar un “encuentro casual”.
Era
consciente de la situación, pero ¿por qué habría de prohibirse soñar?
El,
alto y buen mozo. Sus cabellos rubios lucían cual canasta de apetitosos
damasquines sobre su frente. Sus
atractivos rulos apenas le
cubrían la nuca y su piel, tostada por el sol realzaba sus músculos torneados
que pugnaban por exhibirse bajo la apretada camisa.
Ella se acercó lentamente en puntitas de pies, ilusionada, pretendiendo que el aroma
dulzón de su perfume embriagara los sentidos de su amado.
Fermín, de espaldas, cerró los ojos y con placer dejó
que ese aroma tan delicioso penetrara
por sus fosas nasales invadiendo sus
pulmones. La exquisita fragancia, sensual, perturbadora impregnó cada una de sus células y hechizado por sus sensaciones se volvióy la vio, parada
frente a él, extasiada y temblorosa,contemplándolo.
Anita entornó los ojos embriagada de emoción, con la
ilusión de un beso.
El
abrió aun más los suyos, y con un dejo de desprecio y desilusión en su mirada dijo:
- el Givenchy no te va ¿no te das cuenta?, es para otro estilo de mujer. Alta, bella, fina, fran - ce - sa y riéndose, se alejó.
- el Givenchy no te va ¿no te das cuenta?, es para otro estilo de mujer. Alta, bella, fina, fran - ce - sa y riéndose, se alejó.
Ella, con toda su morena y mórbida humanidad
contenidas en 1,55 m de estatura se desplomó, cayendo al piso, sumida en
vergüenza y humillación, quebrándose en mil pedazos como una frágil copa de
cristal y jamás, jamás se recompuso.
El prejuicio, si lo permitimos vivirá por siempre en nuestras mentes.
Desilusión
(Cristina Leiva - Cris,Lacarancha)
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