Los verdaderos amigos duran
para siempre por
eso, cuando ellos partieron, al verse tan sola
recordó una
antigua promesa y decidió ir tras ellos.
Ansiosa e ilusionada
subió al piso 22 y desde allí,
quiso
probar la grata sensación de volar.
Abrió sus brazos... respiró
profundamente y con
un nervioso
movimiento de su boca pareció
degustar... saborear con sumo placer, el aire
puro
que llenaba sus pulmones y llevar como valioso
regalo, el recuerdo de esa
última emoción: la de
respirar.
Con una esperanzada sonrisa
en los labios, se lanzó
al vacío... y así, después de tanto tiempo, los
encontró y todos juntos al fin, se abrazaron
emocionados e hicieron una gran
fiesta.
Bailaron, comieron,
brindaron y se juraron no
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